Y esto no resulta siempre sencillo. El truco, probablemente, esté en mostrar disposición, pero en su justa medida. Pero no quieres destilar desesperación, ni tampoco sobrepasarte. Estos son algunos consejos para demostrarle que te gusta, sin exagerar: Estar discretamente atento Es importante estar discretamente atento a las reacciones de la persona que te gusta, porque eso puede proporcionarte muchas claves. Si no percibes ninguna señal de interés, espera y ten paciencia. No te comportes como un fan Mostrar interés no significa comportarse como un fan. Escucha lo que tenga que decirte y estate atento, pero no desarrolles una actitud que sea demasiado evidente. No mostrar todas las cartas de golpe, puede ser una buena idea.
Estamos lejos de serlo. El problema viene dado por dos realidades: nunca terminamos de conocer del todo a una persona y las personas cambian. O al contrario: alguien puede parecerte completamente aburrido y, con el tiempo, encuentras en él un encanto escondido. Así, a continuación te presentamos a tres tipos de hombres que es mejor que mantengas alejados de ti. Jamás te explicas realmente qué pasó. Suelen ser impulsivos. Sin darte cuenta cómo, empiezas a experimentar una profunda anfibología frente a ellos. Sientes que lo adoras y que es el gran amor con el que has soñado.
Libremente de dónde, ten en cuenta lo siguiente: Evita situaciones en las que debas causar forzosamente una buena primera impresión para no perder la oportunidad para siempre. Debes poder volver a ver a esas personas. Cuando se trate de un evento organizado intenta estar ahí un rato antes para poder hablar con la gente a medida que vaya llegando. Por eso debes intentar frecuentar los mismos sitios y hablar con la misma familia. No desistas a las primeras de cambio. Si ése es el albur, acuérdate de llegar un rato antiguamente para charlar con la gente que haya en ese momento.
Al acabar nuestra cita de agosto deJustin me acompañó al coche, donde, azogado, me dio un beso. Cuando le devolví el beso, lo celebró con los puños en el aire, como si acabara de ganar algo. Me senté en el asiento del automovilista, emocionada porque nuestra segunda cita había ido tan bien como la primera. Justin ya había elegido restaurante para la tercera cita, que estaba fijada para dentro de seis semanas, cuando vaciara su agenda de viajes. Durante los siguientes días, me movía con ligereza y alegría, convencida de que sentía la combinación adecuada de efecto y certidumbre que se supone que hay que sentir después de acordar con quien podría ser el favorito. Solamente tenía que esperar hasta octubre.