Ahora, en una temperie cultural que aspira a desmarcarse de la obligatoriedad de la autoctonía, esa misma fórmula queda reciclada para agredir la consistencia de la construcción exotista de la otredad. Es aquí donde mejor se nota cómo a los nuevos manipuladores textuales parece quedarle muy poco de la carga desestabilizadora que presidía las operaciones reescriturales de los maestros de la generación anterior: lo que un tiempo vehiculaba la digestión caníbal de los relatos del centro, su reterritorialización transgresiva, es ahora un recurso neutro o neutralizado, una respuesta obligada al vértigo de la afasia que se trata de exorcizar buscando refugio y quedando atrapados en el laberinto o cuarto cerrado de la textualidad, reincidiendo en el vicio genético de deshacer para volver a hacer los mismos pescaditos de oro. Lo que se reinscribe en un nuevo contenedor textual aquí, en realidad, no es un texto preexistente, sino una entera estructura imaginaria, la de la lectura infructuosa del espejo hablado. Para él, toda relectura -como cualquier otro intento de acercamiento hermenéutico- desarticula un orden, interrumpe la linealidad genética y extraña la relación entre los elementos implicados. Buen ejemplo de esto es el regreso violentamente anticonvencional en el macrotexto bolañesco del doble vínculo que enlaza el ejercicio literario con la toma de conciencia de la latinoamericanidad.
Empero, en épocas anteriores, los moralistas gastaban mucha tinta en advertir de los peligros de las acciones manuales o digitales que, aplicadas por el apoderado en la verga, la vagina, el clítoris, el ano, o regiones adyacentes, iban dirigidas a satisfacer la lascivia. Los moralistas aseveraban que la onanismo provocaba, en los hombres, pérdidas de fósforo cerebral a través del esperma. Se hablaba de «demencia precoz locura masturbadora», y también de varices, colitis, prostatitis, endometritis, depresión, tuberculosis, ineptitud para el trabajo, dificultad para el análisis, espasmos cardíacos, irritabilidad y debilitación ocular. Todas estas alucinantes fantasías formaban parte de la educación moral impartida en los colegios de la primera centro de nuestro siglo, que, en nuestra Patria, duró hasta el tercer pieza.
Green Tortoise me obsequió la noche del lunes y el miércoles con sendas cenas gratis de comida italiana y mejicana y el martes barra libre de cerveza cortesía de San Francisco Brewing. Ese mismo día, una tiempo perdida la vergüenza con unas cuantas pintas de cerveza, tenías la expectación de subirte a un escenario para tocar o cantar lo que quisieras. En el hostal compartí habitación con una señora con peluquín y su hijo flipado por las bombas fétidas afortunadamente no tiró ninguna en nuestro cuarto , una pareja y dos chicos australianos Luk y Mat bastante majos que llevaban viajando varios meses por Europa, Centroamérica y Estados Unidos. Se acercaron dos chicas de Gales con cara de extrañadas y me preguntaron si el plato que estaba haciendo se metía en el achicharradero o si era un pastel bastante elaborado. En uno de mis paseos por la ciudad me adentré en Chinatown.
Rafa, verdadero protagonista de esta historia, es Puro deseo. Así lo definen los cientos de amantes que han axiomático su descomunal, inagotable e inabarcable brazo viril. Puro deseo, puro vicio y puro morbo es lo que Frank García describe en las nuevas aventuras de este ejemplar de macho ibero que viaja a Almería para descubrir el placer del nudismo y del mejor sexo con los dos hombres de su vida. El corazón de Rafa ya ha sido conquistado. Reciben las tres partes la misma dosis de amor y ración de sexo?