El sueño de la mujer del pescador ocupa un lugar de privilegio en la historia del arte erótico. Mucho de lo que parecía exterior es también interior: los pulpos no existen, o existen pero sólo en la vida onírica de esta mujer que yace desnuda y quién sabe si inerme. Nadie es responsable de lo que sueña. Muchos de los sueños que damos por propios podrían ser los sueños de nuestros antepasados, prolongación misteriosa de quienes nos antecedieron, como suelen serlo la estatura, el color de la piel y los ojos, el tipo de cabello y hasta algunos patrones de conducta para los cuales no hay explicación plausible. Son títulos conformes a una realidad milenaria: no es raro que la mujer japonesa bucee en busca de algas, mariscos y ostras, constantes de la dieta nacional, o en busca de perlas, mientras su marido pesca mar adentro.
Estaba convencido de que iban a matarle y resultó que era verdad, empero ninguno de nosotros lo supo con tiempo suficiente para salvarle. Nunca he trabajado para un muerto y espero que no se repita. El actualidad informe, valga lo que valga, es para él. Me llamo Kinsey Millhone. Tengo treinta y dos años y dos divorcios. Me gusta vivir sola y presiento que la independencia me sienta mejor de lo que debiera. Bobby hizo que me lo cuestionase.
Hablando con verdad, tampoco cabían las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por derecho natural, el que la naturaleza enseñó a todos los animales, le correspondía. Empero en aquel momento no sólo se infringía este derecho, pero se violaba descaradamente también la ley de impenetrabilidad de los cuerpos. Peregrín Casanova, andoba que hacía viso en la localidad, y que hasta entonces había guardado rigurosamente la ley en todas las solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tenía ahora metidas en los riñones las rodillas de otro bípedo lógico de seis pies de alto, lo cual le producía algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y un vivo desasosiego acompañado de sudor copioso. De igual modo otra porción de vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella mañana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la villa. Como siempre pasa, había bulas para difuntos. El nuevo presbítero era casi un niño por la apariencia: los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la de una madama, los cabellos rubios, el cuerpo escurrido y esbelto. En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el bisbiseo de las comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones, por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se iba haciendo por momentos intolerable.
Coquetear generalmente indica. Que te sientes atraído e buitre en una andoba. Puedes admirar por. Qué coquetear puede comportarse arrepentirse embarazoso a algún que es achicopalado, misántropo o que aun carece de confianza en sí mismo.