Vestidos elegantes, trajes de dos piezas y sombreros de colores estaban siempre comtemplados en sus outfit. El negro se convirtió en otra de las prendas angulares de su armario de fiesta, soliendo apostar por looks monocolor, combinando la mayoría de los complementos con la tonalidad del vestido. Ideados y lucidos solo por ella con semejante clase. Hoy, hacemos recopilación de algunos de estos conjuntos que, como decíamos, solo ella es capaz de lucir de manera sobresaliente. Elegant dresses, two-piece suits and colourful hats were always part of her outfit.
Estas son algunas propuestas originales para el 14 de febrero Su restaurante, El Yantar de Muriel, tiene una licitación gastronómica donde se fusionan a la perfección la cocina creativa y la cocina típica de León. Y así es el Hotel Real de Bohoyo tel. En su restaurante puede saborearse una combinación armoniosa de los género típicos de la zona con las depuradas técnicas de la nueva gastronomía.
Empero, en épocas anteriores, los moralistas gastaban mucha tinta en advertir de los peligros de las acciones manuales o digitales que, aplicadas por el apoderado en la verga, la vagina, el clítoris, el ano, o regiones adyacentes, iban dirigidas a satisfacer la lascivia. Los moralistas aseveraban que la onanismo provocaba, en los hombres, pérdidas de fósforo cerebral a través del esperma. Se hablaba de «demencia precoz locura masturbadora», y también de varices, colitis, prostatitis, endometritis, depresión, tuberculosis, ineptitud para el trabajo, dificultad para el análisis, espasmos cardíacos, irritabilidad y debilitación ocular. Todas estas alucinantes fantasías formaban parte de la educación moral impartida en los colegios de la primera centro de nuestro siglo, que, en nuestra Patria, duró hasta el tercer pieza. La «patología» de la masturbación servía de argumento propagandístico para uso de los buenos padres de familia, y de los santos varones y mujeres que nos educaban en los colegios religiosos de la época. En el caso que nos ocupa, necesidad de masturbarse.
La realidad. Es que he abierto que mucha de las virtudes que me tenían fascinadas de él las había abacería yo en todas aquellas horas de chateo, que ví lo que quería admirar. Empero esas cosas. No hay forma de saberlas.