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Aventuras

: PDF LOS HOMBRES NO AMAN A MUJERES COMO TU GUIA SOBRE RELACIONES CITAS Y MAS

Como conocer a 276998

Una vez finalizado el primer trimestre y con motivo de celebrar las vacaciones de navidad se acordó el ir a cenar a un pizzería de la ciudad. Para la ocasión me vestí con una camisa blanca un poco transparente, una falda de licra gris bastante corta y ceñida, unos pantys oscuros con una apertura central, unos elegantes zapatos negros con algo de tacón y un pequeño sujetador negro, tipo wonderbra, que me juntaba las tetas y me las levantaba y como no las tengo pequeñas, la cuestión es que así estaba rompedora. Cuando llegé al restaurante casi todos los compañeros ocupaban sus asientos pero al final de la mesa ví como Carlos me llamaba para indicarme que me había guardado un sitio a su izquierda y frente a Marcos. Durante la cena todos estubimos comementando anécdotas del curso, ocupaciones, aficiones, etc, en un ambiente distendido y desenfadado a la vez que mis dos compañeros se mostraban muy amables y caballerosos hacia mí, me llenaban continuamente la copa con vino y notaba como me miraban de una manera especial, pero fué poco antes de los postres cuando noté como por debajo del mantel la rodilla de Victor rozaba la mía; al principio creí que no se había dado cuenta y la aparté discretamente pero volvió a insistir a la vez que Marcos tocó con su pié el mío bajo la mesa.

No tardé ni un minuto en llegar a un éxtasis que hacía tiempo no tenía tan fuerte. Pasó el tiempo pero mi quemazón aumentó. En uno de mis baños relajantes decidí no cerrar las cortinas del ablución y, efectivamente Diego vino con la excusa de hacer pis. Diego, se quedó boquiabierto observando mi cuerpo, que se vislumbraba perfectamente bajo el licor cristalina y sin gel ni sales, adrede para que no perdiera anécdota. Quiero seguir con mi baño. Se calzó su miembro dentro del bombacho, que ya se le estaba poniendo duro, y curiosamente se acercó, me dio un beso en la moflete cerca de los labios y salió diciendo - disfruta del baño mami. Ese beso, esa caricia de sus labios cerca de los míos, la visión de su rabo entre sus manos hicieron que mi masturbación no se hiciera esperar y que un orgasmo intenso me llenara casi pocos segundos después de haber comenzado a acariciarme. Creo que no fui lo silenciosa que debía haber sido y es bastante probable que mi cachorro hubiera sido testigo de mis gemidos, idea que me volvió a excitar.

No sé cómo empezar a relatar la historia de cómo una vida de una mujer decente y corriente pasó a otra cosa bien distinta. Mi nombre es Ana, tengo 39 abriles y me casé a los 20 con Juan un hombre 20 abriles mayor que yo. En principio deslumbrada, por alguien con una buena acantonamiento social y económica muy distinta a los jóvenes de mi edad. No se si le podría llamar amor pero me cautivó. Ignoraba la existencia de este señor maduro que me llevó al altar. La verdad la supe cuando fue tarde. Se casó para acallar las habladurías, por que en su posición necesitaba tener una esposa, de la misma manera que coches, chalet o ropa cara.

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